martes, 13 de enero de 2009

LA IMPORTANCIA DE LA ALTERNABILIDAD EN UN REGIMEN DEMOCRÁTICO

LA IMPORTANCIA DE LA ALTERNABILIDAD

Diciembre 22, 2008

Por Ing. Eduardo COLMENARES FINOL

 

Los regimenes democráticos modernos poseen reglas de juego o principios básicos fundamentales que son inalienables y deben ser respetados para que se logre el equilibrio ético entre las diferentes instituciones que conduzca al mayor bienestar de la sociedad civil y por lo tanto no pueden ser reformadas, ni mucho menos enmendadas, porque son la esencia misma de la democracia y cualquier cambio, por insignificante que parezca, podría conducir a la autodestrucción del sistema democrático.

Son reglas simples que se reflejan en la estructura constitucional de cualquier estado o nación democrática pluralista y que provienen del debate político perenne surgido a lo largo de los siglos entre muchos pensadores y filósofos políticos, desde los griegos Sócrates, Platón y Aristóteles hasta Hobbes, Locke, Montesquieu, Tocqueville y Rawls, entre otros, que desde siempre han estudiado la evolución y las formas de gobiernos de los pueblos.

Una democracia moderna debe ser, entre otras cosas:

§                    Pluralista en ideas,

§                    Descentralizada en su gestión.

§                    Con autonomía de poderes,

§                    Que garantice la alternabilidad del poder y

§                    Que actúe con moralidad en un ambiente liberal.

He escogido estos principios porque resulta que estas reglas de juego son las que mas molestan en la instauración de regimenes totalitarios extremistas que surgen en la ruta de la maduración política de las sociedades democráticas. Sus reglas por el contrario son:

§                    Una sola línea de pensamiento,

§                    Centralizada en su gestión,

§                    Hegemónica en el ejercicio del poder,

§                    Totalitario con un líder perpetuo, o caudillo y

§                    Nihilista en su desempeño ético.

En nuestro país, Hugo Chávez, máxima expresión del militarismo, quien fue electo democráticamente para un periodo inicial de 5 años, ha estado intentando cambiar con sutileza las reglas de juego aprobadas en la constitución del año 1999 y ratificadas luego en el 2007, para instalar poco a poco y ya abiertamente, un régimen totalitario al estilo “socialista del siglo XXI” (?) que le ha permitido extender su mandato a 14 años continuos. Nosotros, hasta ahora, hemos sido permisivos como ciudadanos y torpes como oposición para cerrarle el paso  a tal usurpación constitucional. Sabemos que se trata de un hábil encantador de serpientes con una canasta que no solo encierra la cobra del engaño sutil, arrendada a un buen precio desde Cuba con el rostro desdibujado de Fidel, sino que además su espectáculo grotesco no es para pedir la clásica limosna del encantador, sino que esta vez la canasta contiene, además de la cobra, el oro del petróleo venezolano que éste reparte a manos llenas a los asistentes embelezados acompañados con su flauta que interpreta un son cubano a ritmo de joropo para lograr sus propósitos totalitarios.

Ya los poderes públicos fueron secuestrados hace tiempo por una sola persona que ejerce la supremacía del poder, ya se ha cambiado la geometría del poder único hasta alcanzar a las regiones, municipios y comunas representados por los consejos comunales, ya se creó el Partido Socialista Único (Por ahora Unido) de Venezuela para próximamente, si se lo permitimos, dar muerte al Pluralismo. Ya se prepara para acabar con la Alternabilidad del Poder garantizada en nuestra constitución, permitiendo la reelección presidencial indefinida para instalarse como caudillo de elección popular  pervirtiendo y manipulando al poder constituyente mediante el uso del ventajismo de un estado hegemónico que pudiera recurrir al fraude para lograr sus propósitos.

Aún cuando resultase bizantina la referencia al significado de la Alternabilidad del Poder, puesto que sólo nos queda  como recurso para defendernos de este ultimo atropello, el ejercer y defender el voto en el próximo plebiscito sobre si debe mantenerse este principio como fundamento esencial en nuestra constitución, para así terminar de ratificar en una segunda oportunidad que NO es NO, me permitiré ahondar sobre este tema porque la cuestión afecta no sólo a la esencia de la democracia en general sino también a los lideres jóvenes que por esfuerzo propio vienen surgiendo en las filas del chavismo.

Permitir la reelección indefinida se convierte de facto en una invitación abierta a las pretensiones de cualquier antilider o caudillo para convertir la democracia en una dictadura totalitaria. La alternabilidad de los líderes que ocupan cargos de elección popular debe existir como un principio inviolable en una democracia moderna que se moviliza en un mundo globalizado y cambiante como el de hoy, impactado más que nunca por la innovación. La alternabilidad supone el desempeño de un mismo cargo por personas distintas en periodos de tiempo determinados de forma tal que se permita la oportunidad de ejercerlo a líderes distintos dentro de una misma generación y se aplaquen las ansias de poder de aquellos que se encumbren por encima del pueblo. Si consideramos a la política en su esencia como el arte, y hoy por hoy la ciencia, de hacer que una sociedad vaya adquiriendo el bienestar social necesario para garantizar la mayor felicidad personal posible como individuos que se movilizan en el tiempo de generación en generación, notaríamos que la política es una cuestión trascendental que va más allá de nuestro propio lapso de vida. Si consideramos que somos la sociedad misma, la que conformada por miembros todos diferentes en género, edad, creencias, cultura, inteligencia, valores y posesiones, nos hemos puesto de acuerdo dentro del principio de un contrato social virtual para que exista un estado que permita la cooperación social entre estos individuos en términos de justicia y equidad para que de generación en generación, llevada por lideres distintos, escogidos democráticamente, limitados en el tiempo y en el poder, nos conduzcan hacia  la meta de obtener mayor bienestar y prosperidad para todos, dentro de una visión a largo plazo, sin sacrificar a las generaciones intermedias.

Los lideres se deben fundamentar en las ideas propias de la generación a la que pertenecen y que se renuevan en el tiempo de forma irremisible y por tanto no debe ni puede instalarse permanentemente un mismo líder o caudillo que, por las razones que sean, frustren o frenen los nuevos liderazgos políticos propios de su  generación, porque tal circunstancia constituiría un hecho contra natura. Cuando esto ocurre se destruye la esencia de la democracia y se termina retrotrayendo a la sociedad, cuando se comparan frente al progreso que logran aquellas naciones que renuevan periódicamente sus lideres dentro de un ambiente pluralista y de libertad.

Si se estudia con detenimiento los sistemas democráticos   modernos que a través del tiempo han generado mayor progreso y bienestar social sostenido, se puede concluir que en cada generación debe existir entre 3 y 4 lideres diferentes para conformar gobiernos que son ejercidos por lideres que duran en sus funciones entre un mínimo de 4 años a un máximo de 10 años cuando se reconoce la posibilidad de tener una reelección única inmediata como principio aceptado por algunas constituciones. En otras palabras, si se asume que cada generación tiene una influencia preponderante en un lapso que cubre aproximadamente 25 años, tiempo promedio para empezar a procrear una nueva generación, en este periodo esta generación podría decidir sobre la permanencia en el cargo de un mínimo de 2 o 3 lideres diferentes a un máximo de 5 o 6, lo que representa un promedio de alrededor de 4 lideres por cada ciclo generacional, que correspondería a  un promedio de alrededor de 6 años de permanencia en el poder por cada líder distinto, para asegurar así la optimización de los lideres en cada generación dentro de periodos de tiempo razonables que permitan desarrollar los planes de gobierno. En sistemas de control parlamentario estas cifras pudiesen variar en sus limites extremos pero no en el promedio que se mantendría en un número de alrededor de 4 a 5 años por líder distinto. Por razones similares, el Libertador Simón Bolivar advertía sobre los peligros que representa la permanencia en el poder de un mismo individuo por periodos prolongados y lo que tal hecho significaba en sociedades con poca cultura política; el líder se acostumbra a mandar y la gente a obedecerlo.

La historia latinoamericana está repleta de antilíderes que por razones diversas permanecen por periodos prolongados en el poder. Esas naciones en donde ésto ha ocurrido, son hoy en día las que han generado menor bienestar social, puesto que con el paso de los años terminan por engendrar más pobreza convirtiéndolas en sociedades sumisas y anuladas políticamente. Tomemos el ejemplo de Cuba donde se ha instaurado un régimen totalitario de doctrina marxista-leninista que ha logrado el control absoluto del poder por más de 50 años en manos de un solo líder, Fidel Castro, quien en las postrimerías de su vida decide pasar la sucesión, al estilo de cualquier monarquía absoluta de la edad media, a su hermano Raúl con casi 80 de edad.

¿Es eso lo que deseamos para nuestro país?

Venezuela, a diferencia de Cuba, posee una cultura democrática mantenida por casi 3 generaciones de venezolanos acostumbrados a votar por líderes distintos y por eso no caerá en la trampa de la reelección indefinida.

Los líderes democráticos jamás estarán por encima del pueblo que les ha otorgado el poder.

NO A LA REELECCIÓN INDEFINIDA DE CAUDILLOS

 

2 comentarios:

Unknown dijo...

ME ENCANTARIA CONOCER AL SEÑOR EDUARDO COLMENARES FINOL YA QUE HE LEIDO DETALLADAMENTE TODOS SUS ESCRITOS Y ME ENCANTARIA DEBATIR CON EL ME PARECE INTERESANTE

Unknown dijo...
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