LA COLONIA BOLICUBANA
DE VENEZUELA
NO
PIENSE POR UN MOMENTO QUE SOMOS EXAGERADOS CON ESTA PREMISA QUE ENCIERRA EL
TITULO DE ESTE DOCUMENTO… AL CONTRARIO, INTENTAMOS SER FIELES A LA REALIDAD
COYUNTURAL… Si somos racionales y nos dedicamos a escrutar la verdad, nos salta
a la cara la terrible convicción de que dejamos de ser una República Soberana,
y que este hecho indubitable, ha venido siendo forjado paulatinamente por los
actos de traidores a la Patria de Bolívar, pero inconmensurablemente, por las
omisiones de la gran mayoría nacional.
La
debilidad de nuestras Instituciones fundamentales, fruto a su vez de una mala
conducción del Estado, de la cual son responsables muchos venezolanos en los
últimos 25 años, y quizás más, quienes por su mala preparación política, su
mala fe y sus bajos instintos, sólo apreciaron que al conducir el Estado, un
destino errático simplemente los puso “donde hay..”. Y, en efecto, se dedicaron
a depredar las arcas públicas, para fines personales y grupales, olvidando la
importante responsabilidad de canalizar las necesidades de la sociedad para
atenderlas con los recursos del Estado y promover constantemente su mejor
calidad de vida.
Esta
debilidad de nuestras Instituciones, una Democracia imperfecta, casi vacía de
contenido, que impresiona manipulada adrede hasta convertirla en instrumento de
dominación, ha venido siendo fácilmente aprovechado por las huestes chavistas
conducidas por un pseudolíder del mal, quien afincado en sus bondades para la comunicación,
ha penetrado las conciencias de las mayorías depauperadas, hasta sembrarse como
un “redentor de los pobres”, circunstancia que le ha dado el poder inmerecido con el cual pretende subyugar a la
totalidad de la población venezolana.
Esta
misma circunstancia enfermiza de nuestras Instituciones, donde resalta sobre
todo el estado de postración de la Fuerza Armada Nacional, ha permita que
fuerzas extranjeras infiltren y dominen múltiples instancias del aparato del
Estado, ya no siendo necesario, invertir recursos materiales y vidas humanas en
aventuras playeras como la de Machurucuto, sino que se hace “elegantemente” y
asombrosamente permisiva, a través de Rampa 4 de Maiquetía y a través de todos
los Puertos y Aeropuertos del País. La vida nacional, en todas sus expresiones,
está en manos extranjeras, particularmente en manos del Régimen Cubano. Su
actividad como ciudadanos, su movilización patrimonial, sus inclinaciones
electorales, todo está en manos cubanas. Cada fuerza militar venezolana
organizada cuenta con un Comisario Político Cubano anexo, que convierte sus
acciones cotidianas en datos de inteligencia que procesan altas esferas
militares de la Habana.
Toda
esta realidad deprimente, debería estar agitando como un diapasón cada fibra
venezolanista. Debería estar hirviendo nuestra sangre Caribe. Pero no es así,
lo que se vive es un pasmoso letargo, como si nos fuera muy difícil romper la
inercia de la anomia social, que nos permita enrumbarnos al derrotero de la acción
eficaz y así rescatar nuestras desvalidas Instituciones. Pudiéramos entendernos,
como un cuerpo social enfermo, muy debilitado, que le cuesta levantarse de la
cama para asumir acciones que impidan la profundización de la enfermedad. Es
probable que sea así.
Estamos
obligados a reponer nuestra Democracia. Necesitamos repensar el País, sus
Instituciones, las necesidades existenciales de nuestro Pueblo. Es necesario
retomar el camino perdido. Para algunos, quizás bajo un examen extremo, han
sido 65 años perdidos: dos generaciones de venezolanos. Para otros ha sido un
camino tortuoso, lleno de dificultades, de avances y retrocesos, que sólo nos
ha dejado una Democracia imperfecta o una pseudodemocracia. Lo que si es
cierto, es que si hubiésemos contado con Instituciones fuertes, regidas por un
Estado de Derecho sin vacíos ni resquicios, sólido y orientado al bienestar
supremo de los venezolanos, no estaríamos ahora, en estos momentos de crisis,
tratando de romper ninguna inercia maligna, que nos asfixia, que nos postra
como Sociedad. Es como si, habiendo dejado atrás las tres primeras décadas del
Siglo XIX, aún tuviéramos pendiente uno de los temas cruciales de la Nación
venezolana: NUESTRA INDEPENDENCIA. Esto, pensamos, es el tema crucial que nos
convoca, y que debe convocar a toda la Nación Venezolana. Estamos en un momento
existencial en que debe definirse e imponerse el carácter y el temple de los
venezolanos. No es el momento de diatribas, discursos patrioteros ni otras
inutilidades. Es el momento de la verdad de un Pueblo, que debe afrontar con
entereza y decisión. Es el momento en que el venezolano de a pié debe convertir
sus errores y omisiones en acicate para la acción restablecedora de la Patria
auténtica, la que podamos legar con dignidad a nuestros hijos.
EL
FORO ACADEMICO DEL ESTADO ANZOÁTEGUI
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