jueves, 17 de enero de 2013



LA COLONIA BOLICUBANA DE VENEZUELA
NO PIENSE POR UN MOMENTO QUE SOMOS EXAGERADOS CON ESTA PREMISA QUE ENCIERRA EL TITULO DE ESTE DOCUMENTO… AL CONTRARIO, INTENTAMOS SER FIELES A LA REALIDAD COYUNTURAL… Si somos racionales y nos dedicamos a escrutar la verdad, nos salta a la cara la terrible convicción de que dejamos de ser una República Soberana, y que este hecho indubitable, ha venido siendo forjado paulatinamente por los actos de traidores a la Patria de Bolívar, pero inconmensurablemente, por las omisiones de la gran mayoría nacional.
La debilidad de nuestras Instituciones fundamentales, fruto a su vez de una mala conducción del Estado, de la cual son responsables muchos venezolanos en los últimos 25 años, y quizás más, quienes por su mala preparación política, su mala fe y sus bajos instintos, sólo apreciaron que al conducir el Estado, un destino errático simplemente los puso “donde hay..”. Y, en efecto, se dedicaron a depredar las arcas públicas, para fines personales y grupales, olvidando la importante responsabilidad de canalizar las necesidades de la sociedad para atenderlas con los recursos del Estado y promover constantemente su mejor calidad de vida.
Esta debilidad de nuestras Instituciones, una Democracia imperfecta, casi vacía de contenido, que impresiona manipulada adrede hasta convertirla en instrumento de dominación, ha venido siendo fácilmente aprovechado por las huestes chavistas conducidas por un pseudolíder del mal, quien afincado en sus bondades para la comunicación, ha penetrado las conciencias de las mayorías depauperadas, hasta sembrarse como un “redentor de los pobres”, circunstancia que le ha dado el poder  inmerecido con el cual pretende subyugar a la totalidad de la población venezolana.
Esta misma circunstancia enfermiza de nuestras Instituciones, donde resalta sobre todo el estado de postración de la Fuerza Armada Nacional, ha permita que fuerzas extranjeras infiltren y dominen múltiples instancias del aparato del Estado, ya no siendo necesario, invertir recursos materiales y vidas humanas en aventuras playeras como la de Machurucuto, sino que se hace “elegantemente” y asombrosamente permisiva, a través de Rampa 4 de Maiquetía y a través de todos los Puertos y Aeropuertos del País. La vida nacional, en todas sus expresiones, está en manos extranjeras, particularmente en manos del Régimen Cubano. Su actividad como ciudadanos, su movilización patrimonial, sus inclinaciones electorales, todo está en manos cubanas. Cada fuerza militar venezolana organizada cuenta con un Comisario Político Cubano anexo, que convierte sus acciones cotidianas en datos de inteligencia que procesan altas esferas militares de la Habana.
Toda esta realidad deprimente, debería estar agitando como un diapasón cada fibra venezolanista. Debería estar hirviendo nuestra sangre Caribe. Pero no es así, lo que se vive es un pasmoso letargo, como si nos fuera muy difícil romper la inercia de la anomia social, que nos permita enrumbarnos al derrotero de la acción eficaz y así rescatar nuestras desvalidas Instituciones. Pudiéramos entendernos, como un cuerpo social enfermo, muy debilitado, que le cuesta levantarse de la cama para asumir acciones que impidan la profundización de la enfermedad. Es probable que sea así.
Estamos obligados a reponer nuestra Democracia. Necesitamos repensar el País, sus Instituciones, las necesidades existenciales de nuestro Pueblo. Es necesario retomar el camino perdido. Para algunos, quizás bajo un examen extremo, han sido 65 años perdidos: dos generaciones de venezolanos. Para otros ha sido un camino tortuoso, lleno de dificultades, de avances y retrocesos, que sólo nos ha dejado una Democracia imperfecta o una pseudodemocracia. Lo que si es cierto, es que si hubiésemos contado con Instituciones fuertes, regidas por un Estado de Derecho sin vacíos ni resquicios, sólido y orientado al bienestar supremo de los venezolanos, no estaríamos ahora, en estos momentos de crisis, tratando de romper ninguna inercia maligna, que nos asfixia, que nos postra como Sociedad. Es como si, habiendo dejado atrás las tres primeras décadas del Siglo XIX, aún tuviéramos pendiente uno de los temas cruciales de la Nación venezolana: NUESTRA INDEPENDENCIA. Esto, pensamos, es el tema crucial que nos convoca, y que debe convocar a toda la Nación Venezolana. Estamos en un momento existencial en que debe definirse e imponerse el carácter y el temple de los venezolanos. No es el momento de diatribas, discursos patrioteros ni otras inutilidades. Es el momento de la verdad de un Pueblo, que debe afrontar con entereza y decisión. Es el momento en que el venezolano de a pié debe convertir sus errores y omisiones en acicate para la acción restablecedora de la Patria auténtica, la que podamos legar con dignidad a nuestros hijos.

EL FORO ACADEMICO DEL ESTADO ANZOÁTEGUI

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