viernes, 3 de febrero de 2012

QUIÉN ES MARIA CORINA MACHADO ... PRECANDIDATA A LAS PRIMARIAS EL 12F.....

María Corina Machado en los análisis de Thaelman Urgelles sobre los Precandidatos

María Corina Machado Parisca es una de las venezolanas que se sintió convocada por el momento estelar que la República vivió en el primer lustro del siglo, hasta el punto de abandonar toda actividad profesional privada y sectorial para abrazar un peligroso protagonismo en la gesta civil por la democracia.
Si alguna virtud han tenido los últimos 13 años de ajetreo político vividos por Venezuela durante la llamada revolución bolivariana, ha sido su condición de incubadora de nuevos liderazgos sociales y políticos. La debacle sufrida en 1998-99 por las principales organizaciones partidistas, que desde 1958 y mediante diversas mutaciones y mitosis coparon la escena política nacional, abrió espacios para la emergencia de numerosas agrupaciones y líderes individuales que recogieron el guante lanzado por Hugo Chávez sobre el rostro de la sociedad democrática, apenas se juramentó como Presidente de la República.
Muchos fueron los acontecimientos que estimularon la participación de una vibrante sociedad civil en el intenso proceso político que se desató con la elección de Chávez en 1998: La inscripción de decenas de candidatos independientes a la Asamblea Constituyente de 1999; la movilización de padres y educadores contra el Decreto 1011 del Ministerio de Educación; las luchas sindicales frente a los avances oficialistas sobre su autonomía; y de los empresarios contra las leyes sucedáneas de la Habilitante de 2001; las dos grandes batallas que en 2002 libraron los gerentes y trabajadores petroleros frente al proyecto gubernamental, a la postre exitoso, de dominar políticamente a la industria; las convocatorias a referendos consultivo y revocatorio entre 2002 y 2004... Y con más bajo perfil, la exigente y solitaria contención del régimen que se hizo necesaria luego de la derrota sufrida por el campo democrático en el Referendo Revocatorio, el 15 de agosto de 2004.
Varias de esas organizaciones y liderazgos cívicos existían ya en 1999, larvadas en objetivos sectoriales que las mantenían fuera de los límites de la acción política, y pronto asumieron el protagonismo político sin rubor ni limitaciones. Otras nacieron y se forjaron en el crisol de aquellas luchas ciudadanas, alentadas por el desafío que plantaba Chávez ante sus respectivos espacios de acción profesional o por genuina vocación libertaria y democrática. Casi todas compartieron un denominador existencial: su tránsito por la arena política fue momentáneo, a ratos efímero, en aquella trituradora de organizaciones y personalidades públicas en que se convirtió la Venezuela del inaugurante siglo 21.
María Corina Machado pertenece a la especie de quienes carecían de cualquier figuración pública previa y a la aún más peculiar de quienes no regresaron a sus hogares u ocupaciones habituales tras el duro revés revocatorio. Ofrece, además, la particularidad de no haber sucumbido a la tentación –muy común en otros equivalentes- de incorporarse a algún partido político o ponerse a fundar uno nuevo. Finalmente, representa de manera genuina el valiente y desprendido protagonismo que las mujeres venezolanas han ejercido en toda esta historia.
Reseña biográfica
María Corina Machado Parisca desciende de una familia de larga tradición emprendedora. Sus ancestros por la vía paterna están vinculados con la realización de varios de los más importantes proyectos industriales del país, los cuales subsisten hoy en día como grandes corporaciones privadas o públicas que prestan servicios u ofrecen productos indispensables para toda la población. Su padre ha sido, desde hace muchos años, el capitán del más importante conglomerado siderúrgico privado establecido en país.
Esta tradición burguesa es motivo de los mayores ataques que Machado recibe desde el campo oficialista, sin reparar estos detractores en que cualquier fortuna que tenga su familia proviene del esfuerzo fabril; de la producción, con capital e iniciativa privados, de bienes y servicios para toda la sociedad; dicho esto en el contexto de un empresariado nacional que en buena medida ha nacido y crecido en la connivencia con los gobiernos mercantilistas que hemos tenido desde el siglo 19, a través de operaciones de especulación financiera o de los famosos contratos de obras públicas y otros servicios.
Su biografía oficial destaca su descendencia directa de Eduardo Blanco, célebre escritor y emprendedor del siglo 19, autor de “Venezuela Heroica”, libro de obligatoria lectura para quienes aquí nacimos; y su parentesco con Armando Zuloaga Blanco, mártir juvenil de las luchas antigomecistas.
Sin entrar en mayores detalles, resulta evidente que María Corina vivió su infancia, juventud y formación profesional en un marco de holgura económica, educación de calidad, relaciones amistosas de alto nivel social y los valores tradicionales propios de familias de antiguo asiento en nuestro país. Otro motivo para el más feroz resentimiento, el cual no toma en cuenta que la mayoría de las mujeres con ese perfil están destinadas a roles más domésticos, junto a empresarios de origen también distinguido, y no al azaroso y arriesgado destino elegido por la precandidata; por cierto luego de haber comenzado a desempeñar, en su temprana juventud, el papel que su tipo de familia suele destinar a sus hijas bellas y consentidas.
Sería injusto referir el proceso de conversión de María Corina Machado -desde una prometedora profesional y ama de casa a una figura protagónica de la historia contemporánea de Venezuela- sin suponer la influencia de su madre, Corina Parisca de Machado, quien desde temprano supo colocar positivamente su presencia en distintos campos del quehacer nacional. Campeona nacional de tenis en su juventud, posteriormente se la pudo ver en las más diferentes iniciativas de emprendimiento social, cultural y hasta político. En la política, estuvo entre las más entusiastas promotoras del breve esfuerzo candidatural de Renny Ottolina y posteriormente la encontramos a la cabeza de la organización de independientes que apoyó la candidatura de Oswaldo Álvarez Paz. Pero es en el campo de la sociedad civil donde ha dejado una huella ampliamente reconocida, a través de la creación y dirección de la Fundación Atenea, dedicada a promover iniciativas para la protección y desarrollo de los niños y adolescentes, y en especial de la Asociación Civil Eureka –conocida por sus logros en el fomento y la divulgación, a través de exposiciones y premios anuales- de invenciones e innovaciones tecnológicas realizadas por venezolanos de las más diversas especialidades, niveles profesionales y sociales.
Tenemos entendido que fue en esos emprendimientos de su madre que Machado dio sus primeros pasos en el difícil (en Venezuela y América latina) terreno de la sociedad civil. Aunque no la conocimos personalmente durante ese período, por distintas vías tuvimos noticias de la atractiva e inteligente joven que trabajaba en la organización de las exposiciones y premios Eureka, que revisaba artículos de los colaboradores de la revista de la Fundación Sivensa y que manejaba una ONG autónoma, la Fundación Opportúnitas.
Por todos esos antecedentes, no pareció extraño a quienes la conocían que de pronto María Corina saltase a la vida pública y política en el año 2002 como Vicepresidenta de SÚMATE, una asociación civil que desde el principio de dedicó a promover la participación organizada de los ciudadanos en consultas y procesos electorales. Aunque la presidencia de la organización era ejercida por el ingeniero Alejandro Plaz Castillo, pronto Machado devino su principal vocera pública, quedando en manos de Plaz los aspectos organizativos y operativos.
En poco tiempo destacó la eficiencia de Súmate por sobre el resto de las innumerables ONGs que activamente trabajaban por la salida de Chávez del poder: debido a la elevada formación gerencial de sus directores y activistas, y en particular por la holgura que mostraba en cuanto a los recursos financieros que la soportaban. Y no fue que Súmate comenzó desde el principio con enorme apoyo financiero; los recursos suficientes que tuvo para su arranque, más la eficiencia gerencial de sus miembros y un nada desdeñable apoyo político y de medios le permitieron concitar mayores aportes privados en lo sucesivo.
Estos apoyos incluyeron una polémica ayuda del norteamericano National Endowment for Democracy (NED), una organización pública de los Estados Unidos que apoya financiera e institucionalmente a centenares de organizaciones de todo el mundo que luchan por la libertad y la democracia. Al ser reflejada de modo transparente esta ayuda, por la misma organización donante, una famosa espía del gobierno venezolano en USA registró el hecho y promovió la denuncia en nuestro país. María Corina Machado y otros directivos de Súmate fueron sometidos a investigaciones e imputaciones, junto a otros dirigentes de la sociedad civil cuyas organizaciones fueron también apoyadas por el NED. Machado no sufrió prisión por esta causa pero la enfrentó con valentía, al punto que durante varios años se le mantuvo prohibición de salida del país y presentación periódica ante un juez.
Entre 2002 y 2004, Súmate jugó un papel estelar en los intentos de la oposición por activar los mecanismos constitucionales de Referendo Consultivo, en primera instancia, y luego de Referendo Revocatorio. Toda la arquitectura técnica de las recolecciones de firmas -su conteo, validación y presentación ante el CNE- fueron llevados a cabo eficientemente por la naciente ONG. Miles de voluntarios se incorporaron en todo el país a esta enorme tarea. Y en 2004, al ser derrotado el referendo revocatorio convocado tras vencerse múltiples y perversos obstáculos oficiales, cuando las organizaciones de sociedad civil y sus dirigentes se fueron retirando paulatinamente a sus espacios habituales, Súmate permaneció allí, en un escenario cuyo vacío de masas fue ocupado paso a paso por los partidos políticos, oxigenados en cierta medida por la efervescencia de los cuatro años anteriores.
La vocación política de Súmate no se debilitó, María Corina Machado afirmó su liderazgo y por ese tiempo asumió la presidencia de la organización. Mas en lo sucesivo se produjo un disimulado cambio: la misión de apoyo técnico de la ONG fue virando hacia el intento de convertirla en un referente político y organizativo para los amplios sectores independientes que se habían movilizado entre 2000 y 2004; primordialmente profesionales de clase media sin excluir a ciertos cuadros populares. A principios de 2005, luego de la derrota sufrida por la oposición en las elecciones regionales de diciembre 2004, Súmate convocó a una suerte de Congreso de la Sociedad Civil. Sus dirigentes recorrieron el país en tal actividad, abrieron sedes regionales y locales en varias ciudades y lograron, según declaraciones propias, un activo de unos 30 mil voluntarios. En fin, el retrato hablado de una organización política en ciernes. La foto con Bush, un error en nuestra opinión, fue quizás el momento estelar del plan.
Tal viraje de Súmate obedeció a un anhelo de las élites ilustradas de la clase media y el empresariado venezolano: reemplazar, como conductores de las luchas democráticas y populares del país, a los partidos tradicionales, cuyo dominio terminó por basarse en el clientelismo, la componenda entre grupos y una relación de intercambio de favores con los poderes económicos y mediáticos. Los objetivos de tal aspiración son diversos, según el origen de los intereses de cada grupo que la comparte: desde proveer mayor eficiencia gerencial a la conducción política y del Estado hasta disponer de un interlocutor más cercano a sus intereses, para evitar las idas y vueltas que representa el tratar con políticos cuyo ascenso social y profesional se produjo al abrigo de las toldas partidistas. A pesar de que juntos construyeron la democracia que tuvimos entre 1958 y 1999, los empresarios y los partidos nunca tuvieron una convivencia placentera. Sobretodo en los 15 años finales, se trató de un matrimonio de conveniencia y obligación.
Un tercer grupo de quienes aspiran reemplazar el domino de los partidos tradicionales está constituido por profesionales, intelectuales y líderes populares de base que aspiran sinceramente a una transformación de los modos de hacer política en Venezuela y una renovación de los rostros que la ejecuten. Creemos sinceramente que en esta categoría se encuentra María Corina Machado, junto a la mayoría de sus compañeros de Súmate; y que el mismo objetivo es compartido por la mayoría de quienes con Julio Borges y Henrique Capriles desarrollaron a Primero Justicia, y quienes han acompañado a Leopoldo López en sus esfuerzos de afirmación organizativa.
De cualquier modo, la iniciativa de convertir a Súmate en el referente organizativo de la clase media movilizada no tuvo éxito. El agreste desierto que se extendió desde diciembre de 2004 hasta el mismo mes de 2006 -y de allí al éxito en el referendo constitucional de 2007 y parcialmente en las regionales de 2008- sólo podía ser cruzado por políticos de vocación, con experiencia y estómago para el opaco y poco estimulante trasiego partidista cotidiano. La ONG, sin embargo, no desmayó, y retornó a su antiguo perfil de auxiliar técnico de los partidos. Y María Corina, ya inoculada con el virus irresistible de la pasión del poder, comenzó a preparar su “cross over” de la sociedad civil a la política activa, un propósito que tuvo hace poco un antecedente exitoso en la conversión de Primero Justicia, de ONG a partido político.
Pero ella no fundaría un partido. En tal propósito había sufrido un reciente traspié y en el mercado de posibles adherentes estaría compitiendo con Leopoldo López, quien anda por ahí con una indoblegable vocación política y organizativa, y con una Primero Justicia en franco crecimiento. Su camino tendría que ser otro: desarrollar una súbita carrera política, como independiente y a partir de sus innegables méritos como valiente defensora de los derechos ciudadanos.
La ocasión vendría pronto. En un país con un calendario electoral cargado de eventos, las elecciones de gobernadores y alcaldes en 2008 y las parlamentarias de 2010 se presentaban como posibles escenarios. Y no es descabellado suponer que ella y su equipo se pasearon por la idea de aspirar, por ejemplo, a las alcaldías de Chacao o de Baruta, donde se agrupa la clase media ilustrada de la cual ella es referente. Si esto fue así, concluyeron acertadamente que aquel momento era muy prematuro para el intentar el mentado cross over, y sobretodo que una alcaldía no es el mejor escenario para que la lideresa de la sociedad civil despliegue todas sus habilidades de comunicación política. En una alcaldía se iría a encerrar en actividades administrativas y obras de urbanismo, un espacio eficaz para proyectar una imagen de gerente pública eficiente pero donde el éxito se evidencia a mediano y largo plazo. María necesitaba un escenario donde sus capacidades se pusieran de manifiesto con eficacia y prontitud.
Tal escenario lo proveerían con mayor claridad las elecciones parlamentarias de 2010. Ellas dieron la oportunidad para que Machado se presentara exitosamente en las primarias de la oposición en el circuito más “escuálido” de todo país, el comprendido por los municipios Chacao y Baruta del estado Miranda. Por ello no hubo sorpresa en el hecho de que ella fuese la candidata más votada en todas las primarias de oposición y también en las elecciones parlamentarias nacionales. Ella corrió en su patio y triunfó arrolladoramente, como debía. Y no lo decimos para desmerecerla; por el contrario, fue un triunfo legítimo que la ratificó como la más genuina representante de un sector social que durante los 11 años precedentes había luchado en las calles (los 5 primeros) o resistido en sus espacios privados (los otros 6) para defender un modo de vida y de organización social que, gracias a su formación académica y familiar, entienden como el más civilizado y acorde con el zeitgeist del hemisferio occidental al que pertenece nuestro país.
Para que ella cruzara de la Asamblea Nacional a la aspiración presidencial sólo mediaba un paso. Sólo que, al estar la contienda presidencial muy cerca del triunfo parlamentario, dicho paso se presentaba más bien como un salto, y como tal fue percibido por muchos observadores y electores comunes. A pesar de que ella, en pocos meses, desarrolló una labor parlamentaria intensa y notoria, a muchos les pareció que iba muy rápido, se habló de que ella –y otros diputados recién electos cuyos nombres se mencionaban como precandidatos- estaban desoyendo el compromiso de representación que habían adquirido con sus electores, apenas pocos meses antes. Pero ella y su equipo supieron capotear bien esa circunstancia y, ayudados también por la desmemoria y proverbial indulgencia de los venezolanos, prepararon y ejecutaron exitosamente su lanzamiento sin que a estas alturas nadie recuerde aquellos cuestionamientos.
¿Cuál es el plan de María Corina Machado?
A riesgo de parecer adivinos de oficio, nos atrevemos a asegurar que María Corina y su equipo no pensaron esta precandidatura en función de ganar las primarias y resultar la opción opositora para el 7 de octubre. Nos inclinamos a pensar que el proyecto básico de este equipo es instalar el nombre de ella en la lista de invitados a la gran política nacional, mostrarles a los venezolanos la posibilidad de que esta joven promesa política, con unos años más de preparación y experiencia y con una organización más sólida detrás de ella, puede ser la persona que suceda al presidente democrático que triunfe el próximo 7 de octubre. Para ello es indispensable hacer una campaña de escala nacional, contarse el 12 de febrero y sumar un núcleo fiel de votantes que será su plataforma inicial de cara al 2018.
Claro que la eventualidad del triunfo nunca está fuera de los cálculos (o sueños) de todo candidato. Además existen –en las encuestas y otros instrumentos de medición social- numerosos intersticios, en la forma de espacios vacíos entre las opciones presentadas por los distintos partidos, que permiten suponer que una opción diferente de la política partidista está siendo esperada por los electores no afectos al presidente. El famoso outsider. Una vez en campaña, el llamado síndrome del candidato actúa para reforzar las ilusiones: adonde quiera que llegue cualquiera de los precandidatos de la MUD la gente opositora saldrá toda a saludarlo con afecto; y en el caso de MCM esto se acentúa por su condición de mujer inteligente y atractiva, sin duda carismática, por lo que no es extraño que al energúmeno que la agredió en el 23 de enero se contrapongan otros chavistas que la saluden con respeto.
Pero tememos que esas capas de ciudadanos que aspiran a algo mejor que el espectro partidista actual no están, en esta oportunidad, dispuestos a jugar sus cartas más audaces. Dado el imperativo de salir esta vez de quienes aceleradamente destruyen a Venezuela, quienes aspiran algo mejor que lo posible van a aplazar su apuesta por 6 años, en favor de una opción más realista en lo inmediato. Y en esa liga no juega aun María Corina. Llegó tarde y carece de la estructura que le dé confiabilidad en el corto plazo a su propuesta.
Existe un cierto velo de reserva acerca del equipo de campaña de Machado. No hay en su página Web una lista de sus integrantes, ni de los asesores que diseñan tan elaborada campaña. Por lo menos quien escribe, desconoce quién es su jefe de campaña y los tímidos intentos que realizamos para saberlo fueron infructuosos. Esto no es condenable por sí mismo y quizás obedezca a la nítida estrategia de colocarla a ella sola sobre el escenario, libre de ataduras y compromisos con terceros. Pero quienes tenemos un mínimo de recorrido en estas lides sabemos que detrás de cada proyecto político hay un tinglado de soportes intelectuales, académicos y logísticos. ¿Quién reúne y aporta todas las cifras y otros datos que tan bien maneja la precandidata… quién paga las cuentas? Son informaciones que suelen mantenerse en bajo perfil pero que en una solicitud de confianza como la que nos están pidiendo estos precandidatos, no sería mucho pedir algo de transparencia a este respecto.
De lo poco que conocemos sobre los asesores de la campaña, quien ha dado la cara con transparencia ha sido el ex-diputado y ex-dirigente socialcristiano Gustavo Tarre Briceño. Un político de profunda vocación, inteligente, culto y honrado, con amplio dominio del derecho constitucional y de las finanzas públicas y, sobretodo, un hombre muy crítico de los modos de hacer política que prevalecieron en los años previos al triunfo electoral de Chávez; aunque lamentablemente no se jugó en su momento para combatir aquello. Desde que comenzó el actual gobierno, escuchamos de Tarre la opinión de que esto había que enfrentarlo con rostros nuevos, en nada comprometidos con aquel pasado, algo coherente con la posición que ahora le conocemos, aunque no se sabe con certeza cuál es su papel en la campaña.
Hemos sabido, también por su declaración, de la presencia de Carlos Blanco, brillante intelectual y académico, ex-ministro y uno de los protagonistas de la Reforma del Estado, un proceso al que mucho debemos en cuanto a las dificultades que ha tenido Chávez para entronizar su hegemonía. Junto a ellos parecen estar también otros altos ex-funcionarios de gobiernos pre-Chávez, toda gente muy competente y partidaria de una sustantiva renovación del país. Pero, a nuestro gusto, muy apegados a la elaboración política entre élites, lo cual suele conducir, a pesar de sus mejores intenciones, a los consensos privados entre sectores de poder, con exclusión de los millones de ciudadanos que tienen algo que decir al respecto. A estos “cuarto bates” se añaden intelectuales vinculados a la defensa del capitalismo y el libre mercado, que surgen de la valiosa organización CEDICE, aunque esta no está orgánicamente vinculada con la campaña.
Por vía de rumores, tenemos información de que este equipo de lujo tiene serias dificultades para asesorar cabalmente a la precandidata debido a dificultades de comunicación con otra parte del comando, integrado por activistas que acompañaron a MCM en Súmate. Esto, que seguramente será desmentido por ambas partes, es por lo demás usual en todas las campañas electorales fundamentadas en alianzas y en particular cuando en ellas no hay un partido u organización dominante.
El mensaje
Desde su muy notable discurso de lanzamiento, el mensaje de María Corina Machado ha sido el más incisivo de toda la campaña. Exceptuando por supuesto las excentricidades de Arria y Medina, ella ha asumido más riesgos conceptuales que los otros 3 candidatos que compiten en la escena de lo posible. Es la única entre los precandidatos que ha mencionado con claridad en su programa el término capitalismo, una expresión anatémica en el lenguaje electoral latinoamericano y en el segundo debate pronunció palabras bastante fuertes sobre el presidente y su gobierno.
El abrazo de la opción capitalista ha sido sin embargo parcial, matizado por la precandidata con el apellido “popular”, en lo que parece un intento de aproximación hacia el target al que aspiran casi todos los políticos en Venezuela: los sectores populares que han servido de sustento a la hegemonía del presidente. En efecto, si el capitalismo es el sistema libre de intercambio de bienes y servicios entre unidades económicas –individuos o empresas- de distintas dimensiones, el capitalismo real y sustantivo es aquel en donde esas unidades económicas poseen una dimensión significativa, en cuanto a capital, mano de obra que emplean y cantidad de mercancías que producen o comercializan. O sea, una sociedad realmente capitalista es aquella donde predominan las empresas de capital y tamaño considerable, que emplean a una cantidad notable de personas para generar empleo digno o decente en grandes proporciones. Dentro de este amplio paraguas existen modalidades de capitalismo popular, destinadas a proveer apoyo financiero y técnico a los sectores menos favorecidos en lo cultural y educativo para que desarrollen pequeños emprendimientos que les permitan salir de la pobreza.
Esta tesis tuvo especial desarrollo a partir de las reflexiones de economía y ética del hindú Amartya Sen y de los proyectos prácticos de Mohammad Yunus en Bangladesh. Véase que tanto la reflexión de Sen como la obra práctica de Yunus se llevaron a cabo en dos naciones de enorme población, con una porción muy elevada de ella sumida en la mayor pobreza y déficit educativo. Aunque en Venezuela estas ideas y proyectos tienen antecedentes anteriores al período chavista, es en los primeros años de Chávez cuando se los intenta aplicar de manera masiva, mediante el Banco del Pueblo, el Banco de la Mujer, las gavetas de microcréditos de la banca privada, etc.
Pero Venezuela no presenta las características de India o Bangladesh: no tenemos aquí una población mayoritaria en la pobreza extrema y la indigencia educativa, por lo que las políticas de fomento al emprendimiento popular deberían ser secundarias, sino marginales, en un proyecto de crecimiento económico e inclusión social. La solución principal para dar empleo decente a los 6 millones de trabajadores de la economía informal que cita MCM es el fomento de una masiva inversión capitalista privada, nacional y extranjera, tanto en grandes y medianas corporaciones como en Pymes, de manera que ellas generen la corriente principal de empleo que se requiere para formalizar nuestra economía.
De manera que en Venezuela, una propuesta programática que ondee la bandera del capitalismo popular sin vincularlo con su fundamento principal, el capitalismo a secas, está en las fronteras de la demagogia y guarda no poca relación con el discurso primigenio del chavismo, antes de mostrar su verdadero rostro comunista. Pero creemos recordar que en aquel momento también se combatió esa propuesta desde esta acera democrática y partidaria del capitalismo. Pensamos que una propuesta capitalista más rigurosa, franca y eficiente, que no por ello renuncia a comunicarse con el target de los seguidores populares de Chávez, es la del profesor Emeterio Gómez, que él denomina Capitalismo Solidario, donde vincula con notable acierto ética y solidaridad con economía de mercado, comprendiendo en primer lugar al gran capitalismo y sin excluir el aspecto secundario del emprendedurismo popular.
De cualquier forma, al colocar la consigna del capitalismo popular en el centro de su mensaje, Machado está rindiendo sin duda un valioso y valiente aporte al necesario proyecto de potabilizar la idea del mercado y la libertad económica, en cuya demonización han invertido Chávez y sus seguidores millones de horas y centímetros de discurso y propaganda por todos los medios. Pero el mandado queda a medio cumplir cuando se lo circunscribe a un aspecto que no es, por cierto, el más significativo del capitalismo. Porque, cabe decir, en el discurso del resto de los precandidatos, si bien evitan mencionar la palabra tabú, todos ofrecen el retrato hablado de una economía de mercado, donde la inversión y el esfuerzo privado serán el motor principal del desarrollo nacional.
Imagen: forma y contenido, una disonancia
No queremos terminar este análisis sin comentar un hecho que nos ha llamado la atención en sus apariciones públicas. Si bien nos impresionó muy gratamente la imagen que proyectó durante su acto de lanzamiento, en las sucesivas apariciones de María Corina comenzamos a notar una tendencia a exhibir una gestualidad un tanto hiperbólica, fundada en su franca sonrisa y en amplios movimientos de sus brazos. A veces sonríe mientras habla de asuntos graves y hasta trágicos, con frecuencia agita los brazos en forma que resulta amenazante para el interlocutor y a veces su expresión de enojo o enérgica condena luce construida.
Ni por un segundo dudamos que se trate de los consejos de uno de esos genios de la asesoría electoral, pero lo cierto es que esa gestualidad le resta autenticidad a su imagen y credibilidad a todo el contenido expresado. Suponemos que a partir de críticas hechas públicas por algunos analistas, Machado ha intentado ajustar ese aspecto de su comunicación, pero en tal proceso ha pasado por distintas aproximaciones que se notan, por lo menos a nuestra mirada y la de otras personas a las que hemos consultado.
Los maestros mayores en la formación de actores –Konstantin Stanislavsky el primero- tienen como principio que la emoción no se representa mediante una gestualidad externa, construida de manera mecánica por el actor. La emoción debe sintonizarla el actor en su interior; y si lo hace con sinceridad y rigor, ella saldrá sola y espontánea a su rostro y expresión corporal. Es lo que se llama interpretación orgánica, de parte de los buenos actores, frente a la representación inorgánica o exterior de los malos actores. Como una líder política seria no se va a poner a hacer los ejercicios del método de Stanislavsky, lo aconsejable para ella es que sea ella misma, que deseche las construcciones de personaje y exprese toda la autenticidad que nos hizo admirarla y respetarla durante estos últimos años.
En fin, pensamos que no será esta la oportunidad para que María Corina Machado represente al pueblo democrática en su combate estelar del 7 de octubre de 2012 (una lástima, pues ese día es su cumpleaños). Pero no tenemos dudas de que su nombre será escuchado y leído por los venezolanos durante muchos años. Hoy por hoy es la persona mejor ubicada para ser la primera mujer presidenta de nuestro país, un cargo que estamos seguros ejercería con resultados altamente positivos para todos.
Thaelman Urgelles
Thaelman Urgelles
Informe 21

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